24 noviembre 2007

Ironía

No sé hacia donde voy. Es más, no quiero ir a ningún lado. Solo quería salir, salir de mi jato. No soportaba esa sensación de sentirme encerrado. Encima me llamó Andrea. No sé por qué me resultan cada vez más insoportables las conversaciones con ella. Es tan empalagosa. Me da pena a veces esa situación. Se nota que me quiere. Debería ser la enamorada perfecta. Debería…

Ya ni sé en qué calle estoy ¡Ah ya! Por aquí salgo a Arequipa. Podría ir a tomarme unas chelitas a la calle de las Pizzas o a Berlín.

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Amiga, una Cristal por favor. Pucha, está fuerte la mesera. Gracias. ¡Ahhh! Está buena la chela. Creo que esto es lo que necesitaba. Algo de tranquilidad, una chelita helada… Paz… No sé por qué siento a veces la necesidad de huir del mundo. ¡Mmm! Mensaje. Claudita. ¡Esa flaca! Está en Barranco y quiere que vaya. Podría ser. Total, si bien no está muy fuerte se sabe mover muy bien. Aunque… esa flaca de la otra mesa está muy muy bien. ¿Me mirará? ¡Mírame! ¡Mírame! ¡Bien!

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¡Hey! Hola. Buenos días…. ¿Cómo se llamaba? Oye, este… ya me tengo que ir. Ya es de día. Ajá. Si pues. Yo también. En verdad. Sí, si lo apunté. Ya pues, te llamo entonces. Mentira. Chau

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¡Pucha! ¡Andrea! Aló. Manejando. Por la Costa Verde. Ya estoy yendo para mi jato. Salí un rato. ¡Qué te importa! Sorry. Sólo, salí sólo. Pero terminé acompañado jajaja No, me quedé dormido en el carro. Si pues, mejor. Me levanté hace un toque no más. Sí, me di cuenta. Seguro lo apagué entre sueños sin querer. Si estoy bien no te preocupes. Algo. No, ya se me pasó. Si, normal. OK, nos vemos en la tarde… Caballero no más. Chau. Yo también te quiero amor.


Hoy el amanecer está frio. Y el mar se ve tan tranquilizador. No sé por qué pero me siento tan solo….


Sus ojos están muy abiertos...

Sus ojos están muy abiertos pero no están mirando nada. Su respiración es muy agitada. Las ideas y pensamientos se suceden aceleradamente en su cabeza y él no puede detenerse en ninguno....

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Pedro y Milagros son enamorados. Pedro es feliz. Está con la chica más linda del mundo. Ciertamente es muy bonita. Tiene unos ojos que irradian vida. Pedro ama con todo su corazón a Milagros. Sin embargo, que fácil es olvidar que la felicidad no es eterna. Pedro se entera que ella a veces sale con un chico de su trabajo. Los sigue. Ve que él le roba un beso y que ella no hace mucho para evitarlo.

Se aleja corriendo. Luego se detiene. Sus ojos están muy abiertos pero no están mirando nada. Su respiración es muy agitada. Las ideas y pensamientos se suceden aceleradamente en su cabeza y él no puede detenerse en ninguno.

Sin saber como ha llegado nuevamente a su casa. Está en su cama sintiendo que la pistola que tiene guardada en su armario lo invita a tomarla. Lo hace. La mira sin mirar. Es la pistola que consiguió hace años para acabar con su vida cuando sentía que ésta no valía nada. ¿Vale ahora algo? Sería tan fácil terminar todo ahora...

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Pedro llega al departamento de Milagros. Una vez más no sabe como ha llegado ahí. Solo se da cuenta del temblor que recorre su cuerpo. Está como en un sueño. Le habla a Milagros pero no puede oír sus propias palabras. Tampoco escucha las réplicas de ella. No es consciente de la expresión que tiene en su propio rostro ni del miedo que poco a poco se apodera de Milagros. Escucha un disparo pero no lo entiende. La ve a ella en el suelo y luego nota una mancha roja, oscura y brillante, que poco a poco empieza a crecer y rodea lentamente el cuerpo inmóvil de la mujer que ama.

En la oscuridad de la noche, la luna delata una sombra que se aleja corriendo...